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Implicaturas: cuando lo que te digo no es lo que te quiero comunicar

¿Les suenan familiares algunas de estas situaciones?

  1. Melody está a cargo del departamento de ventas en una empresa. Su equipo tiene como objetivo trabajar en conjunto con el departamento de Cobranzas para hacer un seguimiento de los pagos de los clientes y reducir los días de mora. En una reunión, les comenta: “Cobranzas se va a poner más exigente en este contexto”. Luego, cuando en reunión de gerencias se le consulta por las demoras en los cobros, responde: “Le dije a mi equipo que debíamos apuntalar ese tema, pero no acusan recibo”.
  2. Julián está en una reunión de feedback 360° con su superior, con quien no se encuentra para nada cómodo trabajando: se siente sobrecargado y maltratado. Cuando él le pregunta cómo evaluaría su desempeño como líder, Julián le responde: “No sé, supongo que trabajamos como se puede”. Sale de la reunión convencido de haber dejado en claro su disconformidad.
  3. Nuria está cansada de hacer horas extra por culpa de su nuevo compañero, Nicolás, que se demora mucho en aprender los procesos, comete múltiples errores de distracción y hace las cosas “a su tiempo”. Cada vez que puede, le tira comentarios con sorna del estilo “Tranca, Nico, ¿eh? Que con los compañeros te cubrimos” o “Vos tomate tu tiempo, que acá es lo que sobra”. Está convencida y le dice a todos los compañeros que él sabe lo que ella piensa y necesita, y que se hace el desentendido.

Estas situaciones tienen algo en común: tanto Melody, como Julián y Nuria dicen una cosa queriendo comunicar otra. Esperan (muchas veces de forma inconsciente) que sus interlocutores/as NO se queden con el contenido textual de su mensaje, sino que infieran algo más, interpretando lo dicho a la luz del contexto, del lenguaje no verbal y de sus conocimientos previos. Por ejemplo, cuando Julián dice “No sé, supongo que trabajamos como se puede” espera que su jefe interprete: “No me siento cómodo con la forma en la que estamos trabajando juntos”. Sin embargo, es muy posible que, ante un mensaje de esta clase, el jefe interprete algo que le resulte más favorable, por ejemplo, que Julián está valorando sus esfuerzos. Al fin de cuentas, es el receptor quien determina el éxito de una comunicación cuando comprende, o no, lo que queremos transmitirle. No obstante, los emisores podemos trabajar en el cómo comunicamos para acercarnos o alejarnos un poco más de nuestro objetivo.

Esto de decir una cosa queriendo comunicar otra se llama implicatura y es una parte constitutiva de la comunicación humana. Todas las personas usamos implicaturas, algunas con mayor frecuencia y/o grado de conciencia que otras. Cuando hacemos un comentario irónico, un chiste o cuando “hablamos de forma indirecta”, estamos produciendo implicaturas. Son un instrumento muy potente de nuestra comunicación. 

¿Por qué usamos implicaturas?

Como hablantes, tenemos distintas razones para hablar de forma indirecta. Al comunicarnos de esta forma buscamos:

  • Sonar como personas menos impositivas o “mandonas” al plantear soslayadamente lo que necesitamos de las otras personas. Melody es una clara muestra de ello cuando, en lugar de decir: “Les propongo el objetivo de que trabajemos junto con cobranzas para hacer el seguimiento de los pagos de nuestros clientes y reducir las cobranzas a 15 días. Lo mediré grupal e individualmente durante el mes y les mostraré los resultados en la próxima reunión”, plantea “cobranzas se va a poner más exigente en este contexto”, desligándose de esta forma de la responsabilidad por la decisión tomada.
  • Evitar conflictos e ir al choque. ¿Qué pasaría si Nuria le dice abiertamente a Nicolás lo que piensa? Todo depende de cómo lo diga… Si plantea: “¡Estoy harta de hacer horas extra por tu culpa! ¡Más vale que te pongas las pilas y empieces a trabajar mejor!”, es probable que caiga en ese conflicto que busca evitar usando implicaturas. ¿Y si, en cambio, le dice: “Nico, entiendo que aún te estás amoldando a las tareas y ritmos de trabajo. Sucede que lo que vos no llegás a hacer lo tenemos que cubrir el resto de los compañeros del equipo y eso nos sobrecarga. Te pido, por favor, que pongas todo de vos para acelerar tus tiempos de trabajo y resolver más tareas en cada jornada. El equipo cuenta con vos” ¿Mejor no? Con una comunicación asertiva, puede conseguir transmitir sus necesidades y las del equipo de forma directa sin ir al choque.
  • Reducir nuestra responsabilidad ante lo que queremos comunicar. Por ejemplo, si el jefe capta el mensaje indirecto de Julián y, para chequear, le dice:  “¿Eso significa que no te sentís cómodo trabajando conmigo?”, Julián puede elegir no hacerse cargo de lo que quiso comunicar y responder:: “No, para nada. Solo  le decía que entiendo que trabajamos como podemos”. 

¿Cuándo y por qué NO deberíamos usar implicaturas?

El uso de implicaturas se puede relacionar con lo que, desde la teoría de la asertividad, se conoce como actitud pasiva. Es decir, como aquella que asumimos cuando no nos atrevemos a plantear nuestras posturas o ideas, o a pedir lo que necesitamos abiertamente. Por lo tanto, usar implicaturas en ciertos contextos, al igual que asumir una postura pasiva, no es lo más recomendable.

Aconsejamos producir un mensaje más explícito y claro y NO usar implicaturas cuando:

  • Queremos que la otra parte entienda claramente lo que le transmitimos, reduciendo las posibilidades de malentendidos o de que la otra parte se haga la “desentendida”, como le pasa a Nuria.
  • Queremos hacer pedidos o dar órdenes eficientes, como debería haber hecho Melody.
  • Podemos y queremos hacernos cargo de nuestra postura e ideas, por ejemplo, en una reunión de feedback 360° como la que protagonizó Julian.
  • Nos dirigimos a grupos de personas, cada una con su propio modelo mental y formas de interpretar los mensajes. En estas situaciones suelen hacer más desafiante el chequeo de comprensión, por lo tanto, las implicaturas no son para nada recomendadas.
  • Nos comunicamos por un canal escrito, como el mail o el whatsapp, donde no contamos con nuestra gestualidad y tono de voz para desambiguar el mensaje y mostrar, por ejemplo, que estamos siendo irónicos/as.

Ahora ya sabés qué son las implicaturas y cuáles son sus efectos en la comunicación. ¿Cuándo vas a elegir usarlas?

Dra. Aniela Ventura

Socia fundadora de Sígnica Consultora

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